martes, 5 de agosto de 2008

Fundamentación teórica

La elección de uno de los marcos interpretativos/explicativos en el campo de la teoría de la historia y de un núcleo conceptual básico que explique el funcionamiento de las sociedades y los conflictos y los cambios sociales que se han producido a través de la historia, creemos que debe ser la piedra fundamental sobre la que cada docente debe apoyarse. Seguido a esto los docentes debemos encontrar los mejores criterios para seleccionar y organizar los contenidos informativos y conceptuales de un programa de estudios, buscando que resulte de una extensión y grado de dificultad adecuados sin reducir la complejidad que conlleva el propósito de la formación del pensamiento histórico y científico de los alumnos. Hacer consciente esta elección dota de sentido a la enseñanza y resulta un elemento consistente para evitar la persistencia de las prácticas positivistas.
Esta reflexión epistemológica también resulta fundamental para abordar, desde un nuevo lugar, una de las finalidades que tradicionalmente las sociedades han asignado a la enseñanza de la historia: la transmisión de la memoria de la humanidad a las jóvenes generaciones, en cuyas manos está el futuro.
La propuesta de elección de un marco interpretativo/explicativo significa una toma de posición en relación con una larga y antigua polémica.
¿Se pueden neutralizar nuestros valores en el acto de conocer? Las corrientes de pensamiento que se enfrentaron al positivismo dijeron que no y sostuvieron que el sujeto cognoscente forma parte del mundo social que quiere conocer. El científico a través de su investigación, el docente a través de la enseñanza y el alumno en su aprendizaje son sujetos que pueden pensar y explicar o interpretar la realidad. Elegir un marco interpretativo y explicitarlo a los alumnos es el mejor camino para terminar con una enseñanza —supuestamente neutra—que priva de un enorme caudal de ideas, explicaciones e interpretaciones que surgen en el campo de la disciplina y limita en el ordenamiento y la explicación de la realidad, tanto a los docentes como a los alumnos.
No hay historia sin interpretación. Se ha discutido y se discute mucho acerca de las características del papel que desempeña la interpretación en la labor historiográfica. Y la discusión se profundiza cuando se trata de qué marco interpretativo debe contener un libro de texto de historia escolar, ya que en este caso lo que está en juego es el uso público de la historia y el conflictivo proceso de construcción de la memoria y de la identidad.
Los investigadores advierten sobre los riesgos de que la historia que enseñe la escuela contenga una única interpretación en lugar de estar abierta a interpretaciones plurales.
Para evitar convertir la interpretación elegida en “la verdad”, consideramos indispensable presentar otras y contrapuestas versiones historiográficas sobre los mismos hechos y procesos estudiados; y, con el mismo propósito, proponer a los alumnos actividades que fomenten la crítica y la discusión sobre las interpretaciones presentadas, indicándoles la búsqueda de otras opiniones sobre el mismo tema en bibliografía o entre otras personas adultas, y proponiéndoles el debate con sus compañeros.

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